Tradicionalmente se habla de los beneficios del vino tinto para nuestra salud. Pero, en realidad, no es el único con que nos puede ayudar en el día a día. De hecho, las propiedades que tiene, por ejemplo, el vino blanco no tienen nada que envidiarle al tinto.
A continuación, destacamos una a una las que, a nuestro juicio, nos parecen más esenciales y sorprendentes:
Combate el envejecimiento. Una propiedad que comparte con el tinto. Según la publicación Journal of Agricultural and Food Chemistry, en este aspecto concreto el vino blanco no tiene nada que envidiarle a los demás. El vino blanco comparte un tipo de antioxidante con el aceite, el cual ayuda a mantenernos más jóvenes.
Ayuda con el colesterol de más. En un estudio de In Vino Veritas donde los sujetos tomaron vino blanco regularmente y con moderación, sus resultados de colesterol mejoraron considerablemente.
Aliado en la dieta. El vino blanco puede ser un gran aliado para luchar contra esos kilos de más. Sus propiedades potencian la pérdida de peso. Eso sí, con moderación y combinado con ejercicio y una dieta saludable. Además, es bajo en calorías y rico en nutrientes.
¿Problemas para dormir? El vino blanco también ayuda a conciliar el sueño. Investigadores de la Universidad de Barcelona descubrieron que no solo ayuda a dormir, sino que permite alargar las horas de sueño profundo, por lo que el descanso será de mayor calidad.
Mejora la salud cerebral. Tres copas a la semana, concretamente de Champán, son suficientes para obtener resultados en la prevención de enfermedades como el Alzheimer.
Para el final dejamos una propiedad que más que un beneficio, es un consejo. El vino blanco debido a su baja concentración química es la mejor bebida para paliar los efectos de la resaca. Reduce náuseas, dolor de cabeza e irritabilidad.
Recordemos: todas estas recomendaciones son efectivas solo si se consume el vino con moderación. Tiremos del sabio refranero español: ‘el vino con medida, alarga la vida’.