La decantación de un vino puede hacer que tu degustación del mismo sea completamente diferente. Es por ello que hoy os traemos todas las claves de este proceso, lo que implica, cómo hacerlo correctamente y muchos más detalles.
Decantar el vino no es más que depositar el vino en un recipiente denominado decantador. Se aplica a los vinos añejos que tienen sustancias sólidas y queremos eliminarlas para servir solo el líquido.
Para muchos solo forma parte de la “parafernalia del vino”, pero el objetivo no es otro que hacer que el vino exprese todo su aroma y potencie su sabor gracias a la aireación. Este proceso puede hacerse de dos formas: que el vino se decante o que se oxigene. Las principales diferencias son las siguientes:
Cuando decantamos un vino lo hacemos para eliminar esas sustancias sólidas o posos principalmente. No es un proceso obligatorio y hay que tener especial cuidado con el tiempo de decantación. Se realiza con añejos y si se decanta más de 10 o 15 minutos comenzarán a perder propiedades.
Cuando oxigenamos el vino, se hace con el objetivo de airear el vino, despertarlo y conseguir aromas que de otra forma tardarían en aparecer en la copa. Este proceso necesita mayor periodo de tiempo, entre una y tres horas.
Todo esto en cuanto a los vinos tintos. Si queremos ir más allá, a los vinos blancos y rosados, hay que decir que no se decantan, pero sí se oxigenan. Este proceso se adapta con éxito solamente a aquellos que han tenido una larga fermentación en barrica, para despertar los aromas que se duermen en la botella.
Con todas estas explicaciones y razonamientos, desde Interneika apostamos sobre la decantación y oxigenación del vino, que es un proceso necesario para disfrutar completamente de determinados tipos de vino.
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