Los vinos ecológicos crecen como la espuma en nuestro país. Abonos, materia prima, conservación…todo se considera para que un vino consiga el sello ‘ecológico’.
Los modelos de cultivo ecológico suman cada vez más adeptos entre enólogos y bodegueros de todo el mundo. Gracias a los métodos naturales de elaboración implantados, los vinos consiguen mantener todo su aroma sin necesidad de ser enturbiados con características derivadas de residuos químicos que puedan ser empleados durante la elaboración y cuidado de las uvas.
¿Cuándo un vino es considerado ecológico?
Para que un vino sea considerado ecológico deben reunir una serie de requisitos muy claros que se aplican no solo a la elaboración sino también al cultivo de la viña, la maduración de las uvas y su conservación. Algunos de esos requisitos son:
- Los abonos utilizados deben ser orgánicos naturales, como el estiércol o compost.
- Los vinos se han de elaborar a partir de materia prima ecológica.
- Debe existir un control sobre la adición de sulfitos.
- No se ha de aplicar ningún tipo de abono mineral.
- No está permitida la quema de rastrojos. De esta manera, se mantiene la flora microbiana.
Además, se ha de elegir el mejor momento de maduración de la uva, así como en su posterior conservación, la desalcoholización y eliminación de anhídrido sulfuroso a través de un proceso químico está prohibido. El objetivo es conseguir una mayor concentración de uno de los componentes más beneficios para la salud que posee el vino: las sustancias antioxidantes.
El sello ‘vino ecológico’ está reconocido y permite diferenciarlos de otras botellas de cara al consumidor. Todo el proceso de elaboración está libre de contaminación y se producen bajo los criterios bio establecidos por la Unión Europea.
Como ejemplo de vino ecológico, PURATO, de origen italiano, consigue un perfecto equilibrio entre las uvas Catarratto y Pinot Grigio, creando un agradable vino que ofrece aromas intensos tanto a frutas cítricas como tropicales.