Desmontamos los falsos mitos sobre el vino
El mundo del vino está rodeado por una infinidad de anécdotas. Le atribuimos una infinidad de propiedades. Son tantas que, a veces, algunas se propagan de boca a boca en la sabiduría popular sin que tengan fundamento científico y sin que sean totalmente ciertas.
Por ello hoy te traemos algunas de esas curiosidades, propiedades, quéhaceres a la hora de tomar el vino, que no terminan de ser verdad y que más de uno teníamos asimiladas. Vamos a desmontar los falsos mitos del vino.
El vino se sirve a temperatura ambiente.
En cuanto a los vinos blancos, afrutados, dulces, frizzantes… sí parece que todos los consumidores los quieren fríos. Pero, sobre todo, en torno a los vinos tintos existía la concepción de que a temperatura ambiente es la ideal para servirlo. La temperatura debe ser la ideal, ni más frío, ni más caliente y dejarlo a la arbitrariedad de la climatología no es una opción. El vino tinto crianza tiene que rondar los 16ºC; el tinto reserva los 17ºC; y el blanco los 8ºC.
¿La carne siempre con tinto y el pescado con blanco?
Es lo que más claro solemos tener en cuanto a los maridajes. Sin embargo, no tiene por qué ser así. En el mundo del maridaje lo que debemos buscar es que los sabores se complementen, se potencien, pero no que se contrarresten. Lo bueno es combinar los platos de sabor fuerte con vinos con cuerpo y los más light con vinos más suaves.
El vino más caro es siempre el mejor.
Esto nos suele suceder cuando nos iniciamos en el mundo del vino. Por desconocimiento priorizamos el vino por su precio. Pero, todo lo contrario, hay vinos asequibles de buena calidad y vinos bastante caros que no ofrecen nada diferencial por su elevado precio.
El vino siempre mejora con el tiempo.
Al principio, solemos esperar y esperar para abrir una botella y cuando queremos disfrutarla, ¡Sorpresa! Está mala. En primer lugar, el vino para ser almacenado necesita unas condiciones idóneas: como la temperatura, la colocación, la humedad, la luz, los olores. En segundo lugar, depende del propio vino, ya que todos no están hechos para conservarse.
